Allí estaba otra vez, sola en mi gran departamento. En Nochebuena.
Mi padre con su nueva familia, mis amigos con las suyas y, luego, estoy yo.
Sola. Totalmente sola. Pensé que podría, pensé que sería lo suficientemente
fuerte para poder hacerlo por mí misma sin depender de los demás. Pero ahora,
sentada en el sofá, las lágrimas comienzan a fluir por mis mejillas como un
río abatido por la tormenta.
Sí, me siento sola, muy sola. Supongo que me lo merezco por
alejar a los demás con mi forma de ser, ¿cierto? Mi vista se comienza a nublar y
un gran dolor en mi pecho comienza a florecer. Cerré los ojos y abracé mis
piernas para encerrarme en mí misma nuevamente.
*Toc toc*
Al escuchar el ruido, levanté inmediatamente mi vista y sequé mis lágrimas. ¿Qué era ese ruido?
*Toc toc toc*
Una enorme sombra se podía ver reflejada en la cortina que
tapaba la ventana de la habitación. Tragué saliva. ¿Será un ladrón…? ¿En
nochebuena? Tomé mi espada de madera y me acerqué cuidadosamente para evitar
hacer ruido. Una vez que me acerqué lo suficiente, corrí la tela de un
movimiento y me encontré con una persona vestida de un gigante oso navideño colgando de la ventana.
¿Quién podría ser? El mismo tocó nuevamente para que le abra y, luego de haber
comprendido la situación, le abrí y lo ayudé a subir.
- ¿Eres santa? -le pregunté.
El oso asintió inmediatamente. Una gran sonrisa se formó en mi rostro y la felicidad comenzó a brotar por todo mi ser. Ya no estaba sola... ¡Ya no estaba sola!
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