¡Hola creadores! ¿Qué tal están? Como les comenté en la entrada anterior, la de noticias , hoy tocaba colgar un relato que hice para La Hora de la Bruja, actividad propuesta por La sociedad del estilete. La verdad es que comencé con muchas ideas, redacté algo y lo cambié muchísimo, así que espero que lo disfruten por más que hace mucho que no escribo. Antes de proseguir con el relato quisiera preguntarles, ¿celebran Halloween en sus países? Aquí no pero la temática siempre me llamó la atención y se me hace muy para escribir y para hacer actividades. ¿Sólo me pasa a mí o a ustedes también? Bueno, sin más vueltas, aquí les dejo el relato:
Mis manos están ensangrentadas,
pero esta sangre no es la mía. Mi cuerpo vaga por las calles, guiado por el impulso y la necesidad. ¿En qué me he convertido?
Hoy morí, pero también volví a la vida. Bueno, realmente no sé cómo pero me enteré por el joven que estaba junto a mí en lo que parecía ser un coche ambulancia, el cual, debo decir, se veía muy asustado y tiene toda la razón porque estaba muerto hace momentos atrás. Me contó que al parecer había sufrido un accidente de tránsito y que no habían llegado a tiempo para salvarme. Pero... aquí estaba, vivo. ¿Podría tratarse de un milagro? Mis pensamientos se vieron interrumpidos repentinamente cuando me invadió una sensación de hambre feroz. Supuse que no había ingerido nada hace tiempo, así que amablemente le pedí al muchacho si tenía algo a mano.
- Estamos cerca del hospital, allí te darán algo de comer - comentó, todavía temblando un poco por el susto.
De momento decidí no darle mucha importancia al asunto. Comencé a indagar en mis pensamientos que es lo que sucedió antes de que despertara. Recuerdo haberme ido de casa con el auto, pero no podía recordar el momento del accidente. Momentos después, la sensación chocó nuevamente contra mis sentidos, amplificada, y me comencé a agitar.
- Tengo hambre... por favor - rogué.
- Espere, nos quedan un par de minutos, no tengo nada encima - replicó.
Podía escuchar latidos, pero no provenían de mi corazón, sino del de él. Intenté tranquilizarme respirando profundamente, pero el hambre era tan fuerte que sentía perder el control. Al verme desesperado, el paramédico me colocó una mano en el hombro cautelosamente y me pidió que respirase porque parecía que estaba hiperventilando. Sus cercanos latidos me aturdían y el hambre era muy persistente, así que no pude resistir más: lo mordí. Le mordí el brazo con una brutalidad de un animal. Como comenzó a gritar, le tapé la boca y seguí masticando el pedazo que luego arranqué de su cuerpo. Inmediatamente sentí un alivio inigualable aunque también volví a mis cabales y me di cuenta de que mi comportamiento no era para nada normal. Así que hice lo único que podía salvar mi vida, que era salir de la ambulancia. Abrí la puerta y me lancé a un costado de la carretera. Rodé unos metros y mi cuerpo se detuvo en el pasto. Me paré con cierta dificultad y miré a los lados para ver dónde es que estaba ubicado. Mi pulso estaba agitadísimo. La sensación de tener un pedazo de carne entre los dientes se volvió una añoranza y me perdí. Frenético, comencé a correr a la ciudad en busca de más comida. ¿En qué me he convertido?
¡Nos vemos pronto!
